martes, 29 de diciembre de 2015

Adoctrinamiento paulatino

Uno de los recuerdos más lindos de mi infancia es cuando jugaba con mi hermano a los carritos y creábamos mundos totalmente ficticios o con una realidad bastante distorsionada. También cuando asumíamos roles reflejados en muñequitos que nuestros padres nos regalaban y que a duras penas nos cabían en las manos por lo grandes, esbeltos y dimensionados que eran. Me encantaban esos días.

En algunas ocasiones coincidíamos con primas o con hijas de las amigas de mi madre, que bien iban a mi casa a tomar el algo (pasar la tarde) o bien nosotros íbamos a hacer lo propio en sus casas. Ellas, a excepción de una compañera de clase que después resulto ser lo más gótico que he visto, jugaban con cocinitas a escala, con muñecas, coches de bebés y con bebés propios hechos con especificaciones muy detalladas que cualquier incauto hubiese confundido con un niño de verdad. ¡Cuáles amas de casa y madres prematuras!

Por supuesto en ese momento lo veía todo muy normal e inocente. Si a nosotros nos gusta jugar con carritos y a la lucha libre, pues a ellas les gusta jugar a ser mamás tiernas que les dan tetero a sus lindos bebés.

Mucho después, terminando el colegio y empezando la universidad, mis ojos se fueron abriendo poco a poco. ¿Por qué a las niñas desde tan pequeñas las preparan para ser máquinas de reproducción? ¿Por qué, en su gran mayoría, los padres etiquetan a una niña como cocinera en potencia o como experta en hacer las labores del hogar? ¿Por qué muchas veces las niñas no tienen un incentivo diferente que el de llevar un coche de bebé u obedecer a todo lo que diga su esposo el jefe de la casa? Eso además de ser un pensamiento machista y propio de siglos pasados, es un adoctrinamiento paulatino.

Es una sociedad que adoctrina, consciente o inconscientemente, a las niñas para que sigan el proceso que nos está llevando al caos, el de una reproducción acelerada y una superpoblación irresponsable. Ya no necesitamos salvar la especie, ya no necesitamos procrear como conejos. Esa edad en que la humanidad estaba al borde de la extinción terminó, y paradójicamente lo que nos tiene al borde del colapso ahora es precisamente el montón de gente que hay ahora en el planeta.

Instituciones como la Iglesia Católica propician esas prácticas, prácticas tan antiguas como ella misma. Muchos sacerdotes con pensamientos retrógrados no se cansan de pregonar a diestra y siniestra que el único y verdadero objetivo de la vida es formar una familia compuesta principalmente por hijos. He estado en muchas homilías donde incluso el sacerdote parece un abogado contratado por esposos maltratadores, y hacen parecer como victimarias a las esposas que lo único que hacen es recibir humillaciones y en muchas ocasiones maltratos físicos; con discursos en los que se puede inferir que la mujer debe ser sumisa porque así lo dice la Biblia.

Canales de televisión prestigiosos (cuyos nombres omitiré) tienen como norte editorial los documentales que incentivan la maternidad, la vida en pareja en que la mujer desempeñe un rol pasivo, el machismo en su máximo nivel. Son muchos los negocios que les conviene que el mundo esté lleno de gente: Aerolíneas, supermercados, industria textil para bebés… pero debe primar el bien común y no el de algunos.

Quien esté leyendo seguramente ha revisado varias veces el autor de estas palabras. Podría pensar que es una feminista defensora certera de los derechos de la mujer. Quien haya leído mis otros artículos sabe perfectamente mi posición acerca de la superpoblación, la religión e incluso mi postura sobre algunos temas polémicos de la mujer como el aborto.

No me opongo al instinto natural de las niñas de ser madres e incluso de casarse. Me opongo a que se les programe desde pequeñas a desempeñar papeles que quizás no están orientados a la lógica de la actualidad. Me opongo a que se les coarte sus sueños, que perfectamente pueden estar en dirección de ser mujeres profesionales solas, con dinero y viajando por el mundo. 

El adoctrinamiento paulatino debe cesar, no solo por el bien de nuestras niñas, sino por el bien de toda la sociedad.

Andrés F. Ruiz
Negociador Internacional,
Estudiante de Economía.

martes, 10 de febrero de 2015

10 años: República Dominicana, ¿lo tiene todo?

Para nadie es un secreto, y menos para quienes nos gusta la buena televisión internacional, que la campaña publicitaria del Ministerio de Turismo de la República Dominicana para vender el país es "República Dominicana Lo Tiene Todo". Habría que preguntarle al Gobierno dominicano y a la sociedad en general qué es para ellos tenerlo todo. 

Este artículo más que tener bases académicas con datos macroeconómicos o investigaciones históricas, tiene mi perspectiva personal de lo que significó y significa para mí esa isla caribeña. Es la primera vez y creo que la última que escribo un artículo en este blog con emoción personal y sentimiento. Hablaré, entonces, un poco, de estos 10 años que llevo conociendo las aristas de la República Dominicana, aunque ya no viva allí.

Insinuaba al comienzo una pregunta que habría que hacerle al país en general. Si algunas de las respuestas que podrían surgir son las siguientes, entonces comprendería un poco más el sentido de la campaña publicitaria. Si tenerlo todo significa tener un gran índice de analfabetismo, con cientos de niños sin poder acceder a una educación digna y trabajando desde edades tempranas, entonces es cierta la campaña. Si tenerlo todo indica lo saturado que está el país de camiones cisterna, porque simplemente no hay acueducto ni agua potable, entonces la campaña tiene sentido. Si tenerlo todo significa casas llenas de velas o de lámparas de trementina porque el sistema eléctrico no da abasto y hay apagones diarios por horas eternas, entonces la campaña es un acierto. Si tenerlo todo significa un país abarrotado (especialmente el Este) de sectas e iglesias de garaje en algunos casos con pastores corruptos y pedófilos, entonces la campaña es una verdad inmutable. Si tenerlo todo es tener cientos de políticos demagogos y oportunistas, aprovechándose del pueblo y de la juventud constantemente, entonces es una campaña muy cierta. Si tenerlo todo significa que existan personas racistas, particularmente con sus hermanos los haitianos; que hayan deficiencias policiales, donde prime el interés de los más pudientes; que abunden los 'profesionales' charlatanes, como profesores que aún no entiendo cómo salí airoso de sus clases; que haya tanta mediocridad en las instituciones y en las entidades del Estado... si todo eso significa tenerlo todo, entonces es la mejor campaña publicitaria de todos los tiempos. (No sigo nombrando más posibles respuestas porque me quedó muy largo el párrafo y mi profesora de Lectoescritura Económica me regañaría).

Saltará algún puritano a decir que la campaña se centra solo en el turismo, que de ninguna forma mezcla los aspectos sociales y políticos del país con su principal fuente de ingresos. Otros dirán que es simplemente una estrategia publicitaria para resaltar las playas de Punta Cana, el teleférico de Puerta Plata, la Zona Colonial de Santo Domingo (donde viví un par de meses), alguno que otro dibujito de los taínos o quizás las lindas ballenas que llegan a la bahía de Samaná.

La verdad es que, exagerando, podría demandar esa campaña ante alguna instancia internacional como la Organización Mundial del Turismo (OMT) por publicidad engañosa o por pretender que el mundo se crea que en realidad la "República Dominicana Lo Tiene Todo". Pero no haría semejante cosa, primero porque no tengo tiempo ni recursos para emprender semejante aventura, y segundo porque...

... Porque para mí, en lo más profundo de mi corazón, en lo más recóndito de mi alma, la República Dominicana SÍ lo tiene todo. ¿Qué? ¿Cómo es posible que Andrés esté diciendo esto si en este mismo artículo ha escrito tantas cosas irónicas y con cierto resquemor sobre la República Dominicana?

La respuesta a esta última pregunta es quizás más sencilla a las planteadas anteriormente. Resulta y acontece que hace 10 años llegué a la República Dominicana con mi mamá y mi hermano, llenos de sueños, ansiosos por un cambio en nuestras vidas y con miles de metas por cumplir. Llegamos a una tierra desconocida, con una cultura distinta y con un "español" muy raro, donde hablan sin la 's' y con un tonito chistoso y particular. Un lugar sofocante por un calor eterno y un ritmo de vida muy diferente al que estábamos acostumbrados.

Recuerdo a mi madre en esos momentos de cambio, recuerdo a esa mujer fuerte que sufría en silencio, pero sin demostrarnos nada para no desanimarnos. Recuerdo a esa madre bondadosa y cariñosa que nos llevaba a mi hermano y a mí a tomar leche chocolatada al malecón de Santo Domingo, donde mirábamos ese mar inmenso, ese horizonte, donde imaginábamos esa tierra donde nacimos, ese lugar de nuestros ancestros.

Llegamos a un lugar desconocido pero lleno de personas muy cálidas que de inmediato nos recibieron con los brazos abiertos y dispuestos a guiarnos en nuestro camino. La República Dominicana no solo lo tiene todo por esos lindos recuerdos que tengo (que son miles y miles), sino que lo tiene todo porque aún alberga a mi madre y a mi hermano, aún viven allá alcanzando sus objetivos y metas, creciendo como personas y rodeados de gente buena, de personas que los quieren y que los tienen como suyos, como unos dominicanos más.

Esa isla del Caribe ocupa un gran espacio en mi corazón. Me gradué de bachiller allí, me quedaron grandes amigos y personas maravillosas en ese lugar, viví grandes experiencias, conocí lugares, su gastronomía es espectacular... ¡ETERNO AGRADECIMIENTO CON ESE PAÍS!

Por esas y muchas razones más, la REPÚBLICA DOMINICANA LO TIENE TODO.

Andrés F. Ruiz
Negociador Internacional,
Estudiante de Economía.

viernes, 17 de octubre de 2014

Proceso de Paz en Colombia

"Uno de los extremos más necesarios y más olvidados en relación con esa novela llamada Historia, es el hecho de que no está acabada". Eso dijo el escritor británico Gilbert Keith Chesterton, y no pudo haber estado más acertado. 

Nuestro país, Colombia, está pasando en estos días por un momento histórico, por un momento que para bien o para mal, quedará plasmado en los libros de Ciencias Sociales que nuestros descendientes estudiarán. Los colombianos estamos literalmente "viviendo la historia", presenciando sucesos que marcarán un hito en la 'vida' de nuestra nación, que darán un giro trascendental al concepto que nosotros mismos tenemos como país, sucesos que les dará al resto de ciudadanos del mundo una imagen diferente de Colombia, de una Colombia ensangrentada por más de 50 años, de una Colombia que ha sufrido los estragos de un conflicto interno que se ha transformado en una guerra narcoterrorista de guerrillas contra el Estado y contra el pueblo colombiano.

Por lo menos eso es lo que pretende el Proceso de Paz que está adelantando en La Habana el Gobierno de Juan Manuel Santos con la organización terrorista FARC. Proceso de paz que tiene como país sede a Cuba (mediador al igual que Noruega) y como veedores a países como Venezuela y Chile. 

No es entonces poco decir que Colombia está pasando por un momento importante en su historia al negociar la paz con un grupo que tanto daño le ha hecho al país durante décadas. Un grupo que empezó con ideales válidos (aunque anacrónicos), con propósitos en pro de las clases más necesitadas de la sociedad, con objetivos enfocados a otorgarle más dignidad y reconocimiento a los campesinos; pero que evidentemente desvió sus consignas y su misión. Las cambió por poner bombas en poblaciones atestadas de civiles, por secuestrar y matar personas inocentes, por reclutar menores, por atentar la infraestructura del país... por violar los Derechos Humanos. Un grupo terrorista que ha hecho estigmatizar a Colombia en el mundo, a los colombianos de bien que viajan buscando mejores oportunidades o que simplemente quieren conocer otros lugares.

Es cierto que las FARC no son los únicos responsables de la 'desdicha colombiana', que ha habido y hay organizaciones que todavía le hacen mucho daño al país, pero sin lugar a dudas ellos han sido los que más actos atroces han cometido contra sus propios compatriotas. Sin embargo, el Gobierno Nacional está hoy sentado en La Habana negociando con sus representantes, sin desmovilizase, sin dejar las armas y continuando con sus crímenes de lesa humanidad en territorio colombiano.

Este Proceso de Paz cambiará la agenda nacional, sea cual sea su término, pues se ha puesto de manifiesto por parte del presidente Juan Manuel Santos, que "el fin justifica los medios", que hay que conseguir la paz cueste lo que cueste, que la sociedad colombiana tiene que ponerse de tú a tú con sus verdugos y escuchar sus exigencias.

Como cualquier colombiano que ama a su país, que quiere a su Patria, también quiero y anhelo la paz, pero no a cualquier precio. Quiero una paz sin impunidad y con justicia social, una paz sin burla a nuestras Fuerzas Militares, una paz incluyente y con visión de futuro; una paz que como dije anteriormente le dé una imagen a Colombia de lo que realmente somos: un país de emprendedores, de gente cordial con el extranjero; un país en el cual invertir y prosperar, donde hayan oportunidades para todos; un país digno y no entregado a una guerrilla narcoterrorista.

Con mucha tristeza e indignación veo a algunos sectores de la sociedad colombiana cuando ponen en manifiesto penas irrisorias para los cabecillas de la FARC, como trabajo comunitario o trabajo de campo para 'desminar' las zonas rurales. 

No me opongo a que un guerrillero raso (sin crímenes de lesa humanidad) pueda hacer política, es incluso bueno para la democracia y para la representación y diversidad política del país. Lo que sí es totalmente inconcebible es que los comandantes guerrilleros ocupen alguna vez cargos públicos, representando a una sociedad que ellos mismos ordenan masacrar, algunas veces solo por pensar diferente a ellos.

Como dijo Gilbert Keith: "Uno de los extremos más necesarios y más olvidados en relación con esa novela llamada Historia, es el hecho de que no está acabada". Y no está acabada, nuestra historia aún no acaba, y esto del Proceso de Paz es un "acontecimiento en pleno desarrollo", como dice el venezolano Walter Martínez.

Andrés F. Ruiz
Negociador Internacional,
Estudiante de Economía.

domingo, 20 de octubre de 2013

Participar en política

Con motivo de mi reingreso a la Universidad, he decido tomar nuevamente una postura crítica acerca de algunos temas de importancia nacional e internacional. No quiero decir con esto, que mientras estuve fuera de ella - por viajes y demás - había dejado la crítica y la opinión. 

Y es que desde hace un buen tiempo - particularmente desde que estaba fuera del país - me he interesado en la política, especialmente en la estadounidense, una democracia bien estructurada y con principios muy arraigados.

Hace dos años y medio regresé a Colombia después de más de seis años fuera del país. Residí en la República Dominicana, donde cursé todo mi bachillerato. Retorné a mi país con el ánimo de cursar mis estudios superiores en él. Y debo decir, que solo viví en carne propia dos de los ocho años de la Administración del presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2004).

En esto último quiero hacer énfasis. En mi estadía fuera de Colombia, vi cómo cambiaba la percepción del país en el exterior, cómo extranjeros ya hablaban bien de mi país, y cómo decían con tanto ímpetu que querían venir y hacer turismo por esta maravillosa nación. Por eso mi intención de participar en política, y por supuesto al lado de "El Gran Colombiano", del Uribe Centro Democrático, liderado por una persona con temple, firmeza y con un amor incondicional a la Patria.

Hacer política no significa siempre postularse a un cargo público, o trabajar directamente con un político, o salir a hacerle campaña a alguien determinado. Hacer política, para mí, es interesarse por el entorno que nos rodea, preocuparse por el futuro, ingeniar maneras de contribuir a que la sociedad mejore, manifestarse de múltiples formas para indicar descontento o inconformidad, expresar intenciones de cambio; todo esto con argumentos firmes, con bases concretas, con cimientos propios y de personas que consideremos modelos a seguir, ya sea en lo social o cultural, o propiamente en lo político.

Veo con consternación la crítica de ciertos sectores al desempeño del Gobierno (2002-2010). Críticas que si bien es cierto, algunas tienen fundamento, otras sí carecen de total raciocinio y de espíritu contributivo. Algunas personas ni saben el porqué se oponen a Uribe, solo siguen conceptos vacíos creados por sus detractores; otras en cambio quieren parecer “revolucionarias” o incluso anárquicas, creyendo que por hablar mal de la gestión desempeñada por ese gobierno, parecerán más autónomas y dignas de aplaudir; muchas otras piensan que con oponerse a una labor que solo buscaba alejar a Colombia de la figura de Estado fallido y poner al país a la altura de la élite mundial, ganarán adeptos y se situarán en un lugar privilegiado.

¿Errores? Muchos. El mismo Álvaro Uribe los ha reconocido. ¿Cosas que se hubiesen podido hacer mejor? Demasiadas. Con las propuestas del Uribe Centro Democrático se busca mejorarlas y enfatizar en ellas. Pero el núcleo de este artículo no es hablar de las falencias de esa administración, ni mucho menos de los cientos de aciertos obtenidos en esos períodos presidenciales, porque pasaríamos horas y horas escribiendo y leyendo sobre ellos. Tampoco es profundizar en la deslealtad subsiguiente y el mal gobierno realizado en lo que va desde 2010 hasta la fecha. No, la razón de este artículo es otra.

Si no estamos conformes, lo correcto no es criticar desde las sombras, desde la penumbra, ni mucho menos desde el anonimato. Si ciertas políticas gubernamentales no nos favorecen, e incluso nos perjudican, lo correcto es prepararse y salir a afrontar la realidad, hacerle frente a esas cuestiones, pero con dinamismo, con academia, con firmeza, defiendo nuestros ideales con inteligencia y entereza. Eso es lo que se busca con este artículo. Incentivar y animar a todos a prepararnos, a estudiar, a leer, a escribir, a buscar formas de cambiar el país y el mundo; haciendo y participando en política, por ejemplo.
Andrés F. Ruiz
Negociador Internacional,
Estudiante de Economía.

miércoles, 27 de junio de 2012

Pobreza y desigualdad

En los últimos años la pobreza, en lugar de ir disminuyendo cada vez más y de manera acelerada, se ha venido acrecentando principalmente en los países en vía de desarrollo, causando esto mayor desigualdad entre las clases sociales y una brecha cada día más grande entre las clases capitalistas y obreras. 

Entre las zonas más desiguales del planeta se encuentra América Latina. Específicamente en la periferia centroamericana hay países que su nivel de pobreza es tan alto que muchas veces es complicado hacerse una idea de qué tipo de vida tienen estas personas y cómo subsisten con menos de US$1 al día. Entre los que tienen índices más preocupantes están: Honduras, El Salvador y Nicaragua; aunque si bien es cierto países como Costa Rica y Guatemala no están tan mal económicamente, sí tienen un nivel de desigualdad bastante extenso y progresivo. 

África y América Latina tienen en común un aspecto en cuanto al primer lugar en dos escalafones. El Continente Negro por su parte ostenta el primer lugar en cuanto a la zona más pobre del planeta, mientras que América Latina tiene a su cuesta el primer lugar en cuanto a la zona más desigual del mundo. Sin embargo, son dos continentes demasiado diferentes, empezando por sus culturas, lenguas, gastronomías, hasta llegar a las políticas gubernamentales de cada uno de los países que los conforman. La desigualdad y la pobreza son problemas cancerígenos de la sociedad por igual y hay que combatirlos de la misma forma. 

Un ejemplo de desigualdad en un país rico y próximo a convertirse en desarrollado, es Chile. El PIB de este país austral es significativo, crece anualmente entre 4.8% y 7.1%. El nivel de vida de la clase alta es excelente comparado con el resto de América del Sur. Sus multinacionales se expanden a un ritmo acelerado y su sector industrial se encuentra en un auge sin precedentes. A pesar de todo esto, al momento de comparar esa clase alta antes mencionada con la clase trabajadora y obrera, nos encontramos con una brecha enorme y para algunos, injusta. Es verdad que Chile hoy en día es supremamente atractivo para los inversionistas extranjeros, para multinacionales europeas y estadounidenses, para magnates que quieran ver su fortuna crecer; pero también es cierto que estos aspectos no siempre están relacionados con la riqueza y crecimiento de todas las clases sociales. 

Es por todo lo anteriormente expuesto que, la desigualdad social está llegando a su punto más alto en la historia, puesto que las principales economías mundiales siguen creciendo – a pesar de la crisis actual – pero el margen de desigualdad también lo hace y a pasos agigantados. Entonces, no solo debemos preocuparnos ya por la pobreza en sí, o por la falta de renta o de ingresos de los ciudadanos; debemos ir más allá, y tratar de solucionar el gran problema que es la desigualdad social.

Andrés F. Ruiz
Negociador Internacional,
Estudiante de Economía.

viernes, 25 de mayo de 2012

La globalización

En los últimos 30 años se ha dado un fenómeno que si bien es cierto no es algo nuevo, nunca se había presentado de la forma como ahora lo vemos; se trata de la globalización, de un mundo interconectado económica, comercial y culturalmente. Desde el año 1870 venimos viendo cómo ha cambiado el planeta en su estructura geopolítica, y es que el comienzo de la primera ola de la globalización que empezó dicho año y se extendió hasta 1914, nos dio matices importantes de lo qué es el mundo hoy en día en términos comerciales. Aquella primera ola se caracterizó por la disminución sustancial de los costos de transporte, por el surgimiento de barcos de vapor y por la reducción de las barreras comerciales entre países; lo cual generó una migración en masa sin precedentes, exportación de bienes primarios y acumulación de capital extranjero en países en vía de desarrollo. 

A pesar de un retroceso hacia el Nacionalismo entre los años 1914 y 1945, caracterizado por el proteccionismo y consecuente aumento de la pobreza, la segunda ola de la globalización comenzaba a surgir con fuerza precisamente en 1945. Esta ola se extendió hasta 1980, mostrando cómo el planeta se recuperaba ante la disminución de sueldos y de capital extranjero en todo el mundo. Se caracterizó específicamente por un sentimiento de internacionalismo, nuevamente por la reducción de barreras comerciales y por una adopción de políticas de protección social; todo esto generó un importante intercambio comercial y el surgimiento de las economías de escala. A partir de estos progresos económicos por los que pasaba el planeta, comenzaron a surgir nuevos modelos económicos como el cluster (especialización del trabajo), lo cual desembocó en un aumento de la producción en general. 

La tercera ola, que según los expertos surgió inmediatamente después de finalizar la segunda, nos muestra parámetros nuevos y diferentes a los vistos en las olas anteriores. Se puede dividir en 4 grandes aspectos que marcaron un hito en todo este proceso de globalización. El primero, es la adición de nuevos países al mercado global, ocasionado esto por el aprovechamiento del trabajo y de los servicios en los cuales cada país era fuerte; el segundo, se trata de la marginalización de algunos países a este proceso, muchos de ellos en vía de desarrollo, a causa de la desventaja geográfica de algunos de ellos y de la débil infraestructura con la que cuentan: en tercer lugar, está el factor “capital”, y los movimientos y flujo de este, ocasionando políticas flexibles a la inversión extrajera por parte de los países desarrollados; y por último, la migración internacional – factor determinante para la conexión global – genera remesas significativas desde países desarrollados hacia los que no lo son.

En conclusión, vivimos en un mundo “social”, interactivo y con amplias gamas y oportunidades para los más aptos. La globalización no es más que un proceso natural propio de culturas diversas pero al mismo tiempo con una característica en común <<ambiciones de crecimiento>>. No podemos negarla, ni mucho menos aislarnos o marginalizarnos de ella, puesto que si este es el caso, nos quedaremos rezagados y estancados en el tiempo. Los países han entendido el fenómeno de la globalización como una oportunidad más para expandir sus fronteras económicamente hablando, para explotar la ventaja comparativa de cada uno y para llegar a lugares a miles de kilómetros de sus fronteras nacionales. El comercio nunca antes había estado ‘tan fácil’ como lo está ahora, es decir, exportar e importar se hace muchas veces con solo un click. Debemos aprovechar estos tiempos de auge comercial, explotando al máximo nuestras capacidades en nuestro propio beneficio y en el de nuestras comunidades.

"Es evidente la integración existente entre los mercados de mercancías con relación al pasado, gracias a esta integración el comercio ha crecido sustancialmente. De igual manera creció el mercado manufacturero y posteriormente las exportaciones de este, especialmente en los países desarrollados; aumentó la inversión extranjera directa, permitiendo a países de bajo ingreso competir con menor brecha frente a los países con un ingreso mayor". (La Nueva Ola de la Globalización y sus efectos económicos).

Andrés F. Ruiz
Negociador Internacional,
Estudiante de Economía.

lunes, 21 de mayo de 2012

Cada pueblo tiene el líder que se merece

El “derecho de los derechos” es el derecho a la participación política, y es como dijo William Cobbert << El derecho a tomar parte de la creación de las leyes, a las que el bien de la totalidad obliga someterse>>, ¿cómo se ejerce este derecho? Mediante el voto. El voto es por tanto la expresión de una acción fundamental del hombre, entendido éste como un ser dotado de razón, igual en sus derechos a los demás, y poseedor de una dignidad que lo hace merecedor de respeto.

¿Qué tipo de derecho es el derecho a la participación política que se concreta en el voto?, ¿Cómo se justifica? El derecho al voto no puede entenderse como un derecho negativo en el sentido en que Benjamin Constant definió los derechos de libertad negativa. Es más bien un derecho positivo. No se pueden entender los derechos políticos en términos de trazo de fronteras alrededor de individuos autónomos. Debe entenderse que estos derechos establecen una base sobre la que un número considerable de miembros de la comunidad política actúa conjuntamente para controlar y dirigir sus asuntos comunes. Sería un error considerar la participación política meramente como un derecho negativo, que protege a las personas de la interferencia. El ejercicio de la autonomía pública, es decir, la participación política, no tiene valor solamente como instrumento para la protección de la autonomía privada, sino que tiene un valor en sí mismo.

El derecho al voto – escribe Jeremy Waldron – no es cuestión de una libertad negativa para expresar una preferencia hacia su político favorito y no queda garantizado simplemente porque el Estado deje al individuo en paz para hacer esto cuando le plazca. Alguien tiene derecho al voto si se cuenta su voto y éste tiene efecto en un sistema de decisión colectiva que determine políticas concretas, elija líderes políticos e identifique quién es la autoridad.

El pasado 20 de mayo de 2012 vimos cómo los dominicanos ejercieron este derecho en los comicios presidenciales desarrollados en ese país, en los cuales participaron 6 candidados: Danilo Medina del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Hipólito Mejía del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Max Puig de la Alianza por la Democracia (APD), Julián Serulle del Frente Amplio (FRENTE), Eduardo Estrella de Dominicanos por el cambio (DXC) y Guillermo Moreno de Alianza País (ALPAIS).

Sin lugar a dudas fueron unas elecciones muy particulares y con un toque muy especial, gracias a esa "chispa caribeña" propia de los dominicanos, y es que toda la campaña electoral se vio rodeada de lemas tan jocosos como ridículos; además el candidato del PRD, que ya había sido presidente durante el período 2000-2004 – período en el que dejó al país al borde del colapso económico y social – tiene una personalidad bastante excéntrica y coloquial (algunos dicen que muy campesina y propia de alguien rural), una personalidad que puso al país con una fama no muy conveniente cuando le tocó gobernarlo, es que este individuo que es todo un personaje (Hipólito Mejía) se caracteriza por su irreverencia y falta de respeto a las grandes personalidades, su poca cultura y su jerga anticuada y callejera.

Pero no vale la pena darle más protagonismo al Sr. Hipólito Mejía - que francamente de Señor no tiene nada - ya que perdió estas elecciones que en este artículo estoy abordandando. Mejor hablemos de la inteligencia de los dominicanos en las urnas este pasado domingo, del sentido común de estos caribeños al eligir a un diplomático por excelencia sobre un desadaptado social con afán de prestigio.

Por fortuna para la República Dominicana, el país estará en manos por los próximos 4 años de Danilo Medina, un economista preparado y con muchos años de experiencia en la política dominicana. Más allá de nuestra tendencia política o de los colores de nuestro partido (si es que lo tenemos) debemos ser realistas y objetivos. Y tal vez Danilo Medina no sea el gran cambio que necesita la República Dominicana, pero por lo menos si era "el menos malo" de los 6 candidatos que se presentaron a la contienda.

Cada pueblo tiene el líder que se merece, y estoy convencido que los dominicanos con sus votos el pasado 20 de mayo demostraron dignidad, coherencia, sentido común y por sobre todas las cosas, <<Patriotismo>>. Además dejaron el nombre de la República Dominicana por lo alto, demostrando los valores democráticos e institucionales que poseen, y si bien es cierto hubo algunos hechos aislados de compra de votos, de amenazas a algunos electores, de balaceras en Colegios Electorales propiciadas por simpatizantes de los partidos políticos en cuestión, etc., el país demostró que va camino hacia la élite mundial, donde solo están aquellos Estados donde existe la democracia, se hace valer la Constitución y el poder del pueblo se ejerce con total transparencia y con todas las garantías dadas.

(Adaptación)

Andrés F. Ruiz
Negociador Internacional,
Estudiante de Economía.